Pues estoy contenta hoy.
Y es que hoy he sido capaz de enamorarme.
Ha sido breve, pero intenso.
Aproximadamente veinte segundos.
Total, ¿para qué quiero más?
De coche a coche.
Poco antes de las 10 de la mañana.
Allí parada, en el semáforo junto al Puente de Ventas.
Él me mira. Con descaro.
Yo le miro, claro. Hasta me quito las gafas de sol.
Creo que hasta le he sonreído.
Siempre he pensado que se liga mucho al volante.
Pero hay un problema de tiempo, es lo que tiene.
No hay nada perfecto.
Es un buen lugar para ligar... sin miedo a lo que viene después.
Porque no existe el después.
El semáforo se pone en verde, y cada cual... sigue su camino.
Pero esta mañana me he enamorado.
Y eso, en estos momentos, tiene mucho valor.
Por cierto, mañana volveré a estar en el mismo sitio... y a la misma hora.
Por si acaso.
miércoles, febrero 25, 2009
Enamorada
lunes, febrero 23, 2009
¿Olvidado?
"Perdono, pero no olvido".
Pocas veces escucho frases tan vacías como ésta.
Al menos, para mí, lo es.
Porque me cuesta demasiado trabajo comprender que alguien es capaz de perdonar sin olvidar.
Lo he dicho en alguna ocasión: el único camino directo al perdón es, para mí, el olvido.
No me sale a cuenta perdonar pero no olvidar.
Creo que al final, genera rencor.
Y estoy convencida de que el rencor es uno de los peores sentimientos que podemos tener.
Sale caro. Demasiado.
El rencor sólo trae dolor. Y ese sentimiento tan abominable que es el odio.
Se lo oía hoy a una compañera de trabajo.
"Perdono, pero no olvido".
No tenía yo ganas de polémicas recién inaugurada la tarde.
Pero lo tenía que soltar.
Y te ha tocado a ti, Verdadosa.
Las veces que he perdonado, he tratado de olvidar.
Y creo haberlo conseguido.
No di con otra fórmula.
No digo que sea lo mejor, pero es en lo que creo.
Lo que a mí me vale.
Primero olvido, luego perdono.
Son dos esfuerzos en uno solo.
Es un tema apasionante.
Quizá, demasiado difícil para resumirlo en unas cuantas líneas.
Pero me interesan vuestras opiniones.
¿Quién empieza?
The Reader
sábado, febrero 21, 2009
Prefiero
Prefiero una bofetada a una mentira,
estar aburrida que estar triste.
Prefiero estar sola que mal acompañada,
prefiero que no me llames a que me utilices.
Prefiero sentir a no amar,
ser valiente mejor que cobarde,
arriesgarme antes que dejar pasar.
Prefiero vivir que imaginar,
soñar que dudar,
prefiero ser alma que cuerpo,
tu ausencia a tu indiferencia,
mi sonrisa antes que la tuya.
Prefiero ser libre que vivir atada,
que me olvides a que me destruyas,
prefiero decir adiós antes que desaparecer,
mis verdades a tus mentiras,
mis ganas a tus desganas.
Prefiero ser que estar,
querer que odiar,
mirar hacia delante antes que atrás.
Prefiero encontrar antes que buscar.
Prefiero el rocío antes que la lluvia,
la luna llena mejor que nueva,
lo bueno por conocer antes que lo malo conocido.
Hoy, prefiero irme que quedarme.
Callarme antes que hablar.
Decirte hasta siempre que hasta nunca.
Prefiero llorar por mí que por ti.
Sí, hoy prefiero seguir.
Entérate, porque hoy no te prefiero a ti.
jueves, febrero 19, 2009
Nunca llegó
Se había estado embadurnado todo el cuerpo de aceite de coco. Sin prisa, como hacía cada día que quería sorprenderle. Había tardado segundo y medio en elegir ese aceite, ese olor, ese frasco. Porque era su preferido.
La liturgia, el ritmo, los rincones elegidos… eran los habituales, sin mayores licencias a la improvisación. Empezando por los hombros, siempre de arriba abajo. Brazos, pecho, estómago, lo que podía de espalda, muslos, pantorrillas, pies, terminando siempre por las manos. Mirada relámpago al espejo. La piel reluciente, chorreante, para otros ojos irresistible. Más dulce que de costumbre. Deliciosamente pringosa.
No más de cinco minutos. Era rápida y además, el timbre podía sonar en cualquier momento.
Un poco más tardó en elegir la ropa interior. Negra. No, mejor blanca. Roja tal vez. De encaje. No, mejor totalmente transparente. De rejilla, esa siempre le gustó. Cambio a última hora: esa de niña buena que tan buenos recuerdos le traía.
La cena a punto. De fácil elaboración pero muy pensada. Esto sí. Los sabores más deliciosos, las combinaciones siempre sorprendentes con las que ella le esperaba, su osadía hasta en la cocina, solía recordarle él. El vino, abundante. De un rojo vestido de magia. Las copas relucientes. Esperando su propia orgía que no tardaría en llegar.
No era la primera cita y sabía que no sería la última. Porque lo que vivían en aquel universo de sentidos era lo más parecido al paraíso. No necesitaban nada más. Les bastaba con mirarse, sonreírse, besarse primero, luego devorarse. En aquellos treinta metros cuadrados tenían todo lo que necesitaban para ser felices. Palabras seleccionadas para decirse al oído, brotando del alma, rubricando un deseo aplazado al segundo posterior. Caricias de esas que ponen el alma en vilo, si es que el alma permanece despierta en los momentos en los que la pasión gana.
Nunca me cansaré de noches como ésta, solía decir él mientras miraba con descaro esa piel tan llena de matices a la cual se acercaba cada vez más para respirar lo que él pensaba que era fragancia de vainilla.
Tardaba más de lo normal. Impaciente, ella se colocó el reloj de muñeca que tenía guardado en el cajón porque no le gustaba usarlo. Decía que no le hacía falta ponerse un reloj para llegar puntual a todos sus compromisos. Pero esta vez lo hizo.Se lo puso y se lo quitó otras catorce veces. Una por cada cinco minutos de retraso.
Se sentó a esperarle. Se levantó casi cuarenta veces. Se miró al espejo, se entretuvo como pudo sabiendo que nada le haría entretenerse. Miró de reojo a su teléfono móvil al que había subido el volumen del timbre para escucharlo desde cualquier lado de su casa, sabiendo que desde todos los sitios de aquella casa se escuchaba incluso con el volumen al mínimo.
Se quitó el brillo de labios de tanto mordérselos. Se lo volvió a poner. Se los volvió a morder.
La cena fría. El vino caliente. La piel pringosa que antes era de lujuria, ahora lo era de ridículo. El poder del tiempo, que todo lo transforma, todo lo cambia. Todo.
Sólo hubo un sms.
Fue dos semanas después.
Se me hizo tarde. ¿Nos vemos mañana?
martes, febrero 17, 2009
Otras cosas
Lo dijo Jorge Luis Borges:
lunes, febrero 16, 2009
Amigo
¿Cómo definir la amistad?
(Gracias, A. -A también de amigo-.
Por mucho más de lo que te imaginas)
viernes, febrero 13, 2009
jueves, febrero 12, 2009
Dudando
miércoles, febrero 11, 2009
Escepticismo
Te lo preguntaba hace apenas unos minutos, mientras te oía bostezar al otro lado del teléfono:
- ¿Crees que hay días en los que todo sale bien y otros en los que todo sale mal? Es que yo hoy he tenido uno de los segundos.
- En la mayoría de los días, hay cosas que salen mal y otras que salen bien. Me has contestado con esa lógica aplastante que de vez en cuando se te escapa por cada poro de tu piel.
Tiene gracia que hoy acabe el día contándole lo que me duelen las mentiras a la persona que más me ha mentido en mi vida.
Es curiosa la vida. Un círculo raro en el que entramos y salimos. En el que abrimos las puertas y las cerramos. En el que dejamos pasar y echamos casi sin darnos cuenta.
Y esta noche pienso que hay personas que siempre se quedarán en ese círculo raro que es nuestra vida. Que hay uniones que se mantienen más allá de la propia razón. Que es fácil entrar y en ocasiones... muy difícil, salir.
Que quizá (y sólo quizá) hay miradas que se hacen eternas.
Y me da por pensar en eso que llamamos amor, en mis últimos cuatro años y medio, en lo que me está pasando, en por qué me pasa, en cuándo me llegará la tranquilidad que me falta, en los ecos de "algún día", en ese contenta me tienes que nació en la dirección equivocada, en el cumpleaños feliz que hoy no he podido cantar, en desapariciones que no comprendo, en lo difícil que es todo... con lo fácil que podría serlo.
Al final, nos quedamos mi pantalla y yo. Frente a frente. En silencio.
Sin dejar de preguntarnos la una a la otra ¿por qué?
Perdonadme que un mal día... lo tiene cualquiera.
¿Juegas?
martes, febrero 10, 2009
domingo, febrero 08, 2009
Define vaca
Ejercicio de redacción escrito por un niño que se conserva en el Museo Pedagógico de París.
El tema propuesto era: Describir un mamífero o un ave.
"El pájaro del que voy a hablar es el búho. El búho no ve de día y de noche es más ciego que un topo. No sé gran bosa del búho, así que continuaré con otro animal que voy a alegir: la vaca.
La vaca es un mamífero. Tiene seis lados: el de la derecha, el de la izquierda, el de arriba y el de abajo. El de la parte de atrás tiene un rabo, del que cuelga la brocha. Con esta brocha se espantan las moscas para que no caigan en la leche. La cabeza sirve para que le salgan los cuernos y, además, porque la boca tiene que estar en alguna parte. Los cuernos son para combatir con ellos. La parte de abajo tiene la leche. Está equipada para que se la pueda ordeñar. Cuando se le ordeña, la leche viene y ya no para nunca. ¿Cómo se las arregla la vaca? Nunca he podido comprenderlo, pero cada vez sale con más abundancia.
El marido de la vaca es el buey. El buey no es mamífero. La vaca no come mucho, pero lo que come, lo come dos veces, así que ya tiene bastante. Cuando tiene hambre, muge, y cuando no dice nada es que está llena de hierba por dentro. Sus patas le llegan hasta el suelo. Las vacas tienen el olfato muy desarrollado, por lo que se le puede oler desde muy lejos. Por eso es por lo que el aire del campo es tan puro".
miércoles, febrero 04, 2009
Comentario hecho post
A riesgo de que me sigan llamando "investigadora de la realidad sexual de este país" (genial ese e-mail mañanero), hoy convierto en post el comentario que a la pregunta anterior dejó Xana: "¿Se pueden tener amigos con los que practiques sexo y no haya problemas?"
Para mí, es bastante complicado. Porque:
a) Tengo amigos con los que nunca pasará nada. Esos son amigos de verdad, de toda la vida. Que me da igual que sean hombres o mujeres, porque son eso... amigos. Y no quiero sexo con ellos. Quiero otras cosas.
b) Con los otros "amigos" con los que sí he cruzado esa barrera, seguramente quiera algo más que sexo. Una hora, un día, un mes, un año o una vida... pero querré algo más que el revolcón. Y ya se sabe, ahí empiezan a surgir los problemas.
Os toca...
lunes, febrero 02, 2009
Más
Maravillosa cena a cuatro bandas de sólochicas. Hablamos de la vida y de la muerte, claro. Pero sobre todo, de hombres. De lo confundidas que nos tienen. De lo raros que son (sois). De que no hay dios que os entienda. De lo distintos que somos. De tantas cosas.
Hasta que sale el tema del sexo.
Una de mis amigas mantiene que lo que más nos diferencia es que ellos (vosotros) queréis/necesitáis más sexo que las mujeres. Más frecuencia, se entiende. Yo, y prometo que en esta ocasión no es por mi afán de llevar la contrario, digo que no estoy de acuerdo. Que todo depende de las circunstancias, del momento vital en el que estemos instalados, de si tenemos o no pareja, de nuestros propios gustos, de cada persona...
El resto del grupo está de acuerdo con la primera opinión.
Y yo... sigo estando en desacuerdo.
Por eso os pregunto, hombres y mujeres: ¿Creéis que los hombres necesitan, por regla general, más sexo que las mujeres?
Y no hablo de calidad, sino de cantidad.
domingo, febrero 01, 2009
Domingo
Desde que soy soltera y vivo sola, los domingos son por lo general días de "comunidad", de atender a personas a las que no veo el resto de la semana, de encuentros familiares, de sonrisas infantiles, de cine con amigos...
Lo había avisado con tiempo y a los cuatro vientos: este domingo que nadie cuente conmigo. Quería el día. Para mí. Entero. Sin concesiones.
Y así ha sido.
Un absoluto placer.
Comenzó la mañana reposada. Despertándome sin despertador alguno, cuando mi cuerpo decidió que no quería más sueño. Rápido a la radio. Para escuchar con gusto esa voz conocida a la que soy capaz de pedirle si no un sueño, sí una canción. Mi nombre en las ondas. También mi localidad.
Primer sms del día, aún en la cama. Me avisan que nieva en Madrid. Aún lluvia tras mis cristales. Comparto algunos e-mails de ida y vuelta que me hacen agudizar el ingenio. Sonrío. Y me voy a la ducha mirando por los cristales. El paisaje se ha vuelto blanco. No podía ser mejor el domingo.
Pierdo el tiempo, cojo libros, sigo mirando cómo nieva, reviso el móvil una y otra vez leyendomensajes antiguos, letras recientes, paseo por este universo casero sin prisas, queriendo hacer tantas cosas... que prácticamente no hago ninguna.
Me espera Rafa Nadal. Me emociono ante su fortaleza tan de hombre, su personalidad tan de niño. Me encanta admirar a las personas. Y no tengo más remedio que quedarme atónita ante el juego que me ofrecen estos dos hombres, frente a frente, planteando mucho más que un deporte de pelota. Aplaudo al español en la soledad de mi casa. Se lo merece. Enhorabuena.
Después de comer, dedico tiempo a dos de mis grandes aficiones: lectura y cine. Elijo con cuidado la película. Hoy toca Isabel Coixet. Turno ahora para Paul Auster, quien debo decirlo, no me tiene nada cautivada con su última novela "Un hombre en la oscuridad". Reconozco la originalidad de la trama, pero me falta algo. Y es que llevo ya varias obras pensando que está algo sobrevalorado el americano. Al menos, en ésta su última etapa.
Me quedan muchas cosas por hacer y hace ya varias horas que ha anochedido. Me quedaría a vivir en este domingo. En un día en el que, aunque me faltan muchas cosas, he decidido fijarme en lo que tengo (que es mucho).
Me faltan horas, pero acabo contenta un domingo cualquiera que necesitaba para mí.
Además, hoy es noche de gala. De premios de cine español. Los sigo con atención..., que por algo mi empresa está nomida en una de las categorías con una de las películas que parte como preferida.
Acaba el domingo. Una última sorpresa, con fotografías y palabras que me llenan el alma.
Y pienso que esto se parece mucho a la felicidad.
Qué es la vida sino estos pequeños momentos.
Momentos... de un domingo cualquiera.