Hubiéramos amanecido
entre los retales de pasiones inagotables,
aferrados al lecho del placer,
acariciando ecos de azúcar y sal.
Hubieras amanecido
buscando calor,
regalando una sonrisa a medias
que me dice que la felicidad ni se compra ni se vende.
Hubiera amanecido
sorteando las sombras de tu cuerpo
escondiéndome en el rincón de tu imaginación
que una vez más, me altera.
Y me grita,
vida.
Hubiéramos amanecido
cantándole al sol
prometiéndonos escalofríos sin apenas tocarnos
diciéndonos sin palabras
abrasados por esa varita que algunos llaman química.
Atosigados por tanta urgencia,
indómita y egoísta,
que nos maneja como a dos niños.
Ignorantes de que nada se puede hacer
cuando todo está dicho.
Bebiendo la perfección de aquel baile
cuyos pasos no fueron enseñados,
pero tantas veces imaginados.
Respirando alientos de vida,
naufragando por mares de silencio
sin apenas tiempo
para un nuevo desafío.
Hubiéramos amanecido
entre lianas de besos,
en medio de una selva ingobernable,
conjurando a ese momento
para hacerlo eterno.
Para volver a ese amanecer,
hoy
mañana
y siempre.
Sí, amanecemos.
sábado, noviembre 29, 2008
Hubiéramos amanecido
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7 comentarios:
Disfruto de la poesía en tiempos de crisis. Me recuerda que aunque tengamos los bolsillos vacíos, el corazón siempre hay que tenerlo lleno.
Muchas gracias por tu visita y comentario en mi blog. Voy a dar una vuelta por tus letras. Saludos
Bonito amanecer, sin duda.
Siempre quedarán nuevos amaneceres...
Besos.
No hay belleza mayor que al despertar saber que la vida, también amanece junto a ti...
Un beso
Amanecer... que locura de palabra
Precioso. Por muchos amaneceres en (buena) compañía. Un besazo
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