viernes, agosto 26, 2005

Diez días pasan volando

La maleta

Hace tanto tiempo que no me voy a un viaje de diez días con mis amigas que ya casi ni me acuerdo. Mi vida me ha llevado por otros derroteros, y casi siempre mis vacaciones han sido con mis parejas. No es un misterio que la vida cambia, que da tantas vueltas que a veces nos deja desconcertados. A veces queriendo, otras renegando.
Aquí estoy: preparando mi viaje de diez días con mis amigas. Expectante, emocionada, inquieta. Con ganas. Novedades. Ilusiones. Recuerdos de adolescencias perdidas.
Miro para atrás para descubrir si me falta algo. Conozco la respuesta. La maleta se ha llenado de nuevo, poco a poco. Todo está preparado pero cuando voy a cerrarla, algo me lo impide. He pillado una sonrisa. La mía.

¿Qué es lo que no falta en tu maleta?

jueves, agosto 25, 2005

Sin palabras


Sólo una: gracias

Conversación

- Podría ser muy mala, que no se te olvide.
- Deberíamos apuntar lo que me dices.
- ¿Por qué?
- Porque da para un par de posts.
- ¿Y qué te he dicho?

El tiempo

Me falta tiempo. Aún en vacaciones necesito más. Más horas, más tiempo, siempre más.
Este reloj maldito que no me da un respiro.
O hago demasiadas cosas o las hago muy despacio. Todo el día corriendo, como es habitual en mí. Quisiera un día de 44 horas. Un mes repleto de días de 44 horas. Un año con meses cargados de días de 44 horas.

Necesito más tiempo. Tiempo para ser feliz.

¿Alguien sabe cómo parar este maldito reloj?

miércoles, agosto 24, 2005

Superaciones

Voy haciendo mis pinitos. Lento pero seguro, como diría aquel. Que si una foto por aquí, que si un enlace por allá. El mundo del blog, ¡qué descubrimiento!
Y cada vez que consigo un pequeño éxito (porque nadie me discutirá lo que es y lo que no es un éxito), me acuerdo de aquellos otros que logré no hace demasiado tiempo. No hablo de los grandes, claro. Me refiero a aquel día en el que fui capaz de colgar unas cortinas que pesan lo mismo que un dinosaurio empachado (o eso me pareció a mí). Subida a una improvisada escalera, mirándolas allí, todas tiesas, sujetas por una barra que me hizo sudar más de la cuenta.
Mis condenadas cortinas colgadas por mí misma, un éxito.

Comparable también al día en el que por fin me decidí a inflar las ruedas de mi coche. Asombroso. Y encima, era fácil. De haberlo sabido antes... No sé, pero tal vez me hubiera dedicado a ser infladora de ruedas, quién sabe.
Mis ruedas recién infladas, un éxito.

Y así, a lo tonto, voy acumulando éxitos camino de convertirme en una mujer de provecho. Pequeños pero intensos. Y son míos. Conseguidos con el sudor de mi frente.

¿Cuáles son tus pequeños grandes éxitos?


P.D. ¿A quién tengo que llamar para que me cambie la rueda que acabo de pinchar?

martes, agosto 23, 2005

Diferencias

Tan iguales. Tan diferentes.
La que se empeñó siempre en ser distinta.
La misma que nunca quiso ser igual que el resto.
Nunca creyó que en cada familia hubiera una oveja negra.
Sabía que no era la única. Pero se quedó tranquila al saber que lo había conseguido.

¿Iguales o diferentes?



lunes, agosto 22, 2005

Extrañas coincidencias

Hacía mucho tiempo (muchos años, tantos que ni me acuerdo) que no asistía al triste espectáculo de ayer por la tarde. En el cine, desde la primera media hora de la película, la gente empezó a irse. Primero dos. Más tarde, tres. Luego, otros dos. Cuando se levantaron los siguientes, ya se oían risas de los que aún seguíamos en la sala. Y así conté hasta más de veinte. Una pena. Incluso una exageración.
La película no era nada del otro mundo, pero tampoco para irse a mitad de la cinta. Extrañas Coincidencias fue mi elección. Una película con un cartel muy interesante, director con experiencia, y que la crítica cataloga con varias estrellitas de esas que en otras ocasiones les cuesta otorgar. Pero el resultado es algo raro. Diferente.
La trama, original: dos detectives existenciales al servicio del protagonista al que enredan más que ayudan.
La puesta en escena: sencilla pero arriesgada. Un poco simple. Fácil.
El telón de fondo: las coincidencias, más o menos extrañas, que los detectives ya citados tienen que resolver.
Una comedia veraniega que no recomendaría pero que no me hizo salirme de la sala.

Y ya que estamos aquí, cuéntame, ¿cuál ha sido tu más extraña coincidencia?

domingo, agosto 21, 2005

Las sombras de las ex son alargadas


Ojo que digo las ex, no los ex. O sea que hablo de las ex de mis ex.
No sé por qué extraña razón pero en la mayoría de mis relaciones han existido las ex. Como diría B. será cuestión de la edad, o como dice E. de las ganas que tengo de complicarme la vida.
He pasado por todo, o por casi todo. De darme dos besos cada vez que veía a la ex de mi último ex o pasar por cómo me invitaba a tomar un café con ella para "hablar de nuestras cosas" (invitación que obviamente nunca fue aceptada) a, en apenas unos meses, ignorarnos por completo y pasar espalda con espalda sin siquiera saludarnos (cosa que obviamente tampoco acepté nunca y me parecía una situación rocambolesca). De ser la mejor amiga para su hijo a poco menos que una malvada madrastra sacada de la mismísima Cenicienta.

En la mayoría de los casos, con los/las ex de tus parejas se establecen unas relaciones extrañas, por muy civilizado que sea todo; como si en algún momento alguna pieza del puzzle no encajara demasiado bien. El otro día mi amiga M. conoció a la ex de su amor y a toda una retahíla de ex-familiares. Los saludó con un "buenas tardes, qué tal". No hubo besos ni contactos más íntimos. Miradas. Me puedo imaginar que hubo miradas porque yo las recuerdo todas o casi todas.

La cosa se va ampliando cuando llegan los ex de las ex de los ex. Es entonces cuando todo comienza a ser hasta divertido: por las situaciones, los comentarios, los silencios, las presentaciones...

Creo que mi sombra, como ex, nunca ha sido alargada. Más que nada porque siempre he roto del todo y no he dejado ningún cabo suelto. Además, no me gusta ser una sombra.
Pero estoy casi segura que en algún momento me volveré a encontrar en situaciones en las que la sombra de alguna ex se transformará en alargada. ¿Por qué?

Cosas claras

Anoche, haciendo cola y esperando mi turno en un local del centro de Madrid, me dediqué a observar a la gente que tenía delante, en un intento gratuito de que la espera se me hiciera más corta.
Cuando a la pareja que estaba delante de mí (extranjeros ambos sin entender ni papa de castellano) le tocó su turno, él susurró a la camarera: "One servesa and one copa de vino blanco, please".

... Nada como tener las cosas claras, oiga. ¿Qué cosas claras tenemos por aquí?

La pregunta del millón

Entonces dijo, "Oye, tú no te estarás enamorando, ¿verdad?"

jueves, agosto 18, 2005

Una mujer

Una vez más, y sin darse cuenta, M. me ha demostrado lo que es ser una mujer de los pies a la cabeza. Mujer 24 horas. Mujer incluso after hours. En Agosto o en Febrero.
Creo que a mí me falta todavía un poco para ser esa mujer de los pies a la cabeza que hoy me ha mostrado con su actitud. No sé lo que habrá hecho M. con sus acuarelas y sus lienzos o si habrá aprovechado el tiempo, pero sus pinturas valen exactamente un sobresaliente. El que ella ha ganado... a pesar de que le guste añadir agua con una jarra a sus lavadoras. Nadie es perfecto.

¿Qué actitudes son necesarias en una mujer de los pies a la cabeza?

Lo que sucedió en el tren


Un encuentro nada fortuito.
La alegría de la pasión.
El encanto de dos cuerpos atrapados.

Un sueño sobre raíles... al que habrá que escribir un buen guión.
¿Me ayudas?

miércoles, agosto 17, 2005

Encima de la mesa


Es mi mesa... de vacaciones.

¿Qué hay en la tuya?

lunes, agosto 15, 2005

El tren


El viaje tiene algo de ruptura, de tránsito, de parón. El viaje es siempre necesario, ya sea más o menos lejos.
Hoy soñé que cruzaba el mundo. Que nadie me pregunte cómo se hace eso, porque mis sueños tienden a ser bastante difusos. Sólo sé que no iba en avión, ni en coche, ni en moto, ni andando.
Lástima que tampoco recuerde lo que ocurrió sobre aquellos raíles.

¿Qué pudo pasar allí?

Preguntas

Todos los que pasáis por aquí conocéis, de una manera u otra, mi gusto por preguntar.
Una curiosidad muy mía que en muchas ocasiones me hace, al menos, sonreír.
He aquí varios ejemplos:

Comiendo con un amigo. Pasan dos chicas de buen ver. Él las mira fijamente, no precisamente a los ojos. Le pregunto que por qué es tan descarado. Respuesta: "Estaba leyendo lo que ponía en sus camisetas".

Con mi sobrino de cinco años, jugando. ¿Animal que empieza por MU? Respuesta: "Toro". (Obviamente, el toro hace MU).

Haciendo cola en un cajero del banco. Pregunto a la última persona: ¿Es usted el último? Respuesta: "¿Es usted ciega?"

A uno del que ni quiero acordarme. Le pregunto si está enamorado. Respuesta: "Ese estado es una gilipollez, y además es mentira".

Hablando con una amiga sobre los hombres. ¿Te gusta alguno? Respuesta: "Me gustan todos".

Cenando en grupo. Pregunto por qué el mundo es así. Respuesta: "Porque si fuera cuadrado el sol saldría esquinado".


¿Cuál ha sido la última pregunta con la que has sonreído?

Fin de semana

Escapada muy breve al Mediterráneo. Vuelvo tras un fin de semana intenso en el que me he sentido muy querida, y en el que no he tenido ni dos minutos seguidos para mí sola. Llego a casa y me sorprendo al no seguir sintiéndome querida. Soledades. En plural, no sólo las mías.
Menos mal que justo cuando estaba aparcando delante de casa, me he fijado en el opel corsa azul oscuro que estaba detrás y he visto una imagen que me ha traído muchos recuerdos.

¿Por qué nos acostumbramos tan rápido a lo bueno?

jueves, agosto 11, 2005

Mi infancia

Recuerdo que cuando era pequeña siempre me ponía nerviosa antes de iniciar un viaje.
Nerviosismo ante lo desconocido, ante una nueva aventura, ante un futuro incierto.
Otro momento de nervios era la noche de Reyes, la más larga del año.
Aunque quizá mi mayor nerviosismo lo vivía la noche antes de volver al cole en Septiembre.

Por mi trabajo he viajado mucho. Sin embargo, aún hay en mí algo de aquella infancia.
A lo largo de 33 años, he descubierto que la noche de Reyes no es la más larga. Pero algo hay en mí de aquella infancia.
Prometo que la noche del 7 de Septiembre dormiré como una bendita. Ni rastro de aquella infancia.


¿Qué mantienes tú de aquella infancia?

miércoles, agosto 10, 2005

Trabajo ideal

Compartimos muchas cosas (en contra de lo que al principio pudiéramos pensar), y una de ellas es esta pasión por nuestros respectivos blogs. El suyo mucho más cuidado, más viejo, quizá más pensado, más publicitado. Más. Pero prometo aprender a insertar fotos, que siempre dan mucho juego (anda, enséñame pronto) y si me animo, hasta poner letritas de colores para que no digan. Con el tiempo, incluso enlaces.
Hoy me ha dejado nuevamente sin palabras. "Me encantaría trabajar escribiendo mi blog". Tener un trabajo de escribiente de blog. No está nada mal. Que me pagaran por ello. Fascinante.
Empieza a funcionar mi cabeza y ya me imagino en dicotomías varias: ¿pagarían por palabra, por frase o por tontería escrita? ¿alguien ordenaría y habría que escribir al dictado? ¿seríamos libres para escribir lo que quisiéramos? ¿podríamos decir verdades y mentiras en las dosis exactas a como lo hacemos ahora? ¿quién nos pagaría? ¿cuánto? ¿habría que negociar un aumento de sueldo? ¿cuándo? ¿existirían los sindicatos de los escribientes de blogs? ¿tendríamos jefes? ¿seríamos autónomos? ¿cotizaríamos a hacienda? ¿el paro sería una realidad?
uffff... pero qué estrés, oiga.

Virgencita, virgencita, que me quede como estoy: ¡Que no me paguen, pero que me lean!

El suyo es el de escribiente de blog, pero ¿cuál sería tu trabajo ideal?

Las mías

Ya se acercan. Queda muy poco. El último esfuerzo.
Casi nada. Un suspiro, un rato. Un par de días. Cuestión de horas.
Miro por la ventana: casi llueve. El cielo está gris y blanco. No importa. Nada importa... porque ya se acercan.
Abro un paréntesis. En menos de cuarenta y ocho horas.
Mis vacaciones. Esperadísimas.

¿Qué son las vacaciones: un premio, una recompensa, un respiro, un sueño...?

lunes, agosto 08, 2005

Piropos

El otro día iba yo paseando tranquilamente por la calle Príncipe de Vergara, cuando al pasar por delante de un restaurante de esos de muchos tenedores en su carta, me fijé en que en la puerta había un corrillo formado por el metre más tres o cuatro camareros.
Justo al cruzar por delante de ellos, el metre me miró. Yo pensé que me había reconocido porque no hace tantos años yo había frecuentado ese restaurante cuando trabajaba en una emisora de radio muy cercana. Era el típico lugar al que llevábamos a determinados clientes para "quedar bien". En fin, a lo que iba. Que justo al pasar por delante del grupo, el metre mirándome fijamente a los ojos dijo en alta voz: "y luego dicen que los monumentos no andan".
Yo, que a pesar de todo soy muy vergonzosa, bajé corriendo la mirada y empecé a caminar más rápido. Y ya para mí, sonreí.
Hacía mucho tiempo (¡¡muchos años!!) que no me decían un piropo así, digamos, de los antiguos. Porque he de reconocer que aquel tipo tuvo gracia y hasta elegancia. A las chicas nos gusta que nos piropeen, pero no a toda costa ni con cualquier frase hecha. Y digamos que los piropos de toda la vida brillan ya por su ausencia. Creo que hoy hay más miradas que piropos. Y si las miradas hablaran...
Particularmente nunca me he sentido bien cuando me han piropeado por la calle, pero el otro día sonreí. Y me acordé de los andares de O.

¿Cuál es el piropo más gracioso que has dicho/te han dicho?

domingo, agosto 07, 2005

¿Por qué las mujeres siempre queremos más?

Sábado por la noche de un Agosto muy caluroso. Hoy toca cine. Elijo la peli no porque su título me recuerde a cualquier post de este blog sino porque me llamó la atención ya ayer cuando pasé por la Gran Vía y la vi anunciada. ¿Por qué las mujeres siempre queremos más? No os lo estoy preguntando, sino que así se llama la película. Un film entre francés y belga, sin demasiado presupuesto ni efectos especiales varios ni muertes innecesarias ni músicas estridentes ni actores archiconocidos ni falta que le hace.
Una peli interesante, dirigida por una mujer, que trata de las historias de tres amigas cuyas vidas no pasan por sus mejores momentos. De no ser porque los chicos que salen durante la hora y pico que dura la peli son todos muy interesantes, la cosa es bastante realista. Dos casadas y una soltera, no sé a cuál le van mejor o peor las cosas.
Búsquedas incesantes, infidelidades, dudas, falta de ilusiones... llegar a la felicidad: argumento aplicado a cada uno de nosotros hecho película.
Y aunque lo parezca, no es nada feminista. O por lo menos no lo es gratuitamente. Ciertamente las mujeres de la peli son bastante más majas y más coherentes que los chicos, pero en este film, como en el resto de las ocasiones, ciertos parecidos con la realidad son meras coincidencias.
Una comedia fácil, propia de un sábado caluroso del mes de agosto, pero que hace pensar. Y mucho. Recomendable.

Ahora sí que os lo pregunto: ¿Por qué las mujeres siempre queremos más? (Cualquier otro día preguntaré por qué los hombres siempre quieren menos...)

sábado, agosto 06, 2005

Verdades... a medias

La libertad es para soñarla.
Una sonrisa es una línea curva que lo endereza todo.
La alegría se multiplica cuando la dividimos.
No importan los problemas, importan las soluciones.
La amistad es como el sol, se esconde pero no desaparece.
Hay matrimonios que se dan la espalda mientras duermen para que el uno no le robe al otro los sueños ideales.
Caer está permitido. Levantarse es obligatorio.
Siempre hay mil soles en el reverso de las nubes.
Dios creó primero al hombre y luego a la mujer porque en primer lugar hizo el borrador y más tarde, la obra maestra.


Hay tantas verdades como estas... ¿Cuál es la tuya?

viernes, agosto 05, 2005

Regalos

Regalar es todo un arte, y los buenos "regaladores" existen. Pertenecen a ese original gremio de quienes se interesan por los otros, preocupándose por los gustos ajenos y olvidando los suyos propios a la hora de hacer un regalo.
Por mi vida han pasado de todos los tipos. Desde aquel a quien no le gustaba regalar (creo que le gustaba menos aún ser regalado) hasta aquel otro que hacía de los regalos una auténtica fiesta diaria, superándose día a día.
La gente original lo es por naturaleza, y eso se refleja claramente en los regalos que hacen.
Las situaciones más esperpénticas que he vivido en torno a los regalos tenían que ver con aquella familia tan rara que primero se daban los tiques y luego el regalo. Tampoco me gustan los cumpleaños de los peques de ahora, celebrados en esos horrorosos centros de ocio llenos de bolas con un olor característico, en los que según entras te dan un saco para que metas todos los regalos que al festejado le dan sus amiguitos para que ya en casa se entretenga abriendo quince regalos juntos, sin ánimo ya para disfrutar de todos ellos y negando al resto ver su cara de alucinación.
Me gustan los regalos con sorpresa. Cuando menos te los esperas.
Pero lo que de menos me gusta es no acertar con los regalos que hago. Tengo a medio Madrid buscando una cosa que no encuentro por ningún lado y el tiempo se me acaba. Tendré que buscar alternativas, aunque no había contado con ello.
Tampoco estuve el otro día muy acertada con un libro recién recomendado. A veces creo que no hay que fiarse de lo que te digan, cuando de determinados regalos se trata...

¿Qué te gusta regalar/que te regalen?

jueves, agosto 04, 2005

Un paseo

Del brazo o de la mano.
¿Alguien sabe la diferencia que existe entre ir agarrados del brazo o de la mano? ¿Cambian los sentimientos entre ir del brazo o de la mano?

miércoles, agosto 03, 2005

Raros

Están raros. Estamos. La rareza es un estado del cuerpo y de la mente aceptable, en ocasiones incluso beneficioso. Un estado que no debería hacernos mirar hacia otro lado, sino más bien que llegáramos a comprender el por qué de tal/es rareza/s.
Siempre hay motivos. Hay personas que naufragan muy bien en ese estado, incluso yo diría que les gusta ser/estar raros. A otros, por el contrario, no nos agrada especialmente aunque intentamos sobrellevar las rarezas con la cabeza muy alta.
No sé si es mejor que todos coincidamos en estar raros o que en el grupo haya uno solo para que la cosa sea más liviana.
La cosa es que llevo unos días (se confirma la regla de que el verano, a pesar de las vacaciones, es una etapa en la que pasan cosas raras, no siempre buenas) asisitiendo como testigo a rarezas varias. Probablemente, el fin de las vacaciones sea un motivo muy justificado para estar raro. Pero creo que no es suficiente. Hay otras cosas por ahí que no siempre es fácil ver y que impiden ser feliz.
Lo único bueno de las rarezas, como las tormentas, es que siempre pasan.

¿Qué ta hace a ti estar raro?