jueves, noviembre 30, 2006

Tanto y tan poco

Tengo tanto que decir...


que no sé por dónde empezar.

miércoles, noviembre 29, 2006

Piensa en verde

















Porque es el color de la esperanza.

Porque verdes son mis ojos.

Porque verde que te quiero verde.

Porque a todos nos gusta ser un poco verdes.



(Foto: FJ González Catalán)

domingo, noviembre 26, 2006

De mudanza

Me he dado cuenta de que tengo una colección de noes,
un álbum repleto de dudas salpicado de mentiras,
un cofre lleno de reproches, en vez de tesoros,
una paleta embadurnada de soledades, donde debía haber colores.

Me he dado cuenta de que tengo una caja adornada con indiferencias,
un cajón que rebosa egoísmo que no es mío,
un cuento lleno de fantasmas, en vez de héroes,
una canción de chicle, desafinada y triste.

Me he dado cuenta de que el sol está en mi cara.
Poderoso.
Me he dado cuenta de que es tiempo de mudanza.
¡Qué pereza! Con lo poco que me gustan las mudanzas.


Me he dado cuenta de que puedo mirar al mundo con la cara bien alta.
Aunque hoy prefiera cerrar la puerta y esconderme.
Para que nadie me vea.

jueves, noviembre 23, 2006

¡Estoy embarazado!

El otro día comentaba que una de las cosas por las que te das cuenta que ya eres mayor es que nadie te pregunta qué quieres ser de mayor.
Pero hay otra circunstancia que, por si aún no te habías dado cuenta de que eres rematadamente mayor, no deja lugar a dudas. Tus amigos/as están embarazados/as. (Y lo malo es que en muchos casos van por el segundo incluso por el tercero).

Hoy me han dado la feliz noticia dos buenos amigos. Uno, espera impaciente a una niña chinita aunque aún no le puede poner fecha a la feliz llegada después de largos meses de duros trámites. Al otro, le esperan los ocho meses más felices de su vida.

A los dos les he felicitado con un beso sincero y rotundo. Pero supongo que ninguno de ellos se ha dado cuenta de que una pequeña lágrima ha estado a punto de asomar de mi ojo izquierdo.

Como a los amigos no se les puede envidiar, hoy prefiero compartir su felicidad con ellos. Y brindo en voz alta por esas dos noticias tan deliciosas, por esos dos corazones que ya han empezado a latir y que hoy han hecho que el mío fuera un poquito más rápido.

¡Salud!

miércoles, noviembre 22, 2006

Me gusta

Me gusta cuando te quedas.
Cuando bordeamos el sol con las palabras.
Me gusta cuando viajamos hasta la luna sin esfuerzo.

Me gusta tu zumo de nada.
Tu boca de desayuno.
Tus llamadas de poca cortesía y mucho descaro.

Me gusta encontarte despierto.
Y respirarte entre sueños.
Me gusta tu piel hecha mi pijama.

Me gusta lo que me dices, cuando me lo dices.
Me gusta cuando callas, si lo que callas es lo que quiero oír.

Me gusta ese paseo a la locura.
El rally que dibujo por tu cuerpo sin curvas desconocidas.
Me gusta mi sonrisa frente a la tuya.

Me gustan las burbujas que no están en la botella.
Las caricias que no son enlatadas.
Las estrellas que no salen de noche.

Me gusta

lunes, noviembre 20, 2006

Vocación

Una de las cosas que te hacen ver que eres mayor es que, de repente, nadie te pregunta qué quieres ser de mayor.
Debe ser por eso por lo que ya nadie me lo pregunta. Pero si hoy alguien me preguntara qué quiero ser de mayor, lo tendría claro.
Contestaría que de mayor quiero escribir tan bien como él:

“En el principio hízose la noche: una noche falsamente eterna que nunca se convierte ni siquiera en madrugada, por lo cual, el día primero, Dios Nuestro Señor (además de crearse a sí mismo) crea el día y, como el palizón le deja agotado, tiene tanto sueño que no se aclara y se echa a dormir, actividad que le ocupa hasta el día sexto, en que se despierta y, deprisa y corriendo, tiene que crear el universo, el ancho mundo, los vegetales, los animales, los homínidos, la física nuclear y los fantasmas, que (como son tan alocados) se dedican a pintar el cielo de color azul, porque habéis de saber que en un principio (es decir: las cinco primeras jornadas) el cielo era de color verde, razón por la cual se confundía muy a menudo con los prados de césped, a los cuales, a su vez, les parece ahora monótono llevar una existencia tan verde, y se tornasuelan en bellas gamas de colores que vuelven locos de envidia a los arcos iris, los cuales, para no ser menos, adoptan la forma de figuras geométricas: cuadrados, triángulos, cubos, cilindros y, sobre todo, pirámides, que asombran a los faraones egipcios, personajes sumamente enamoradizos que deciden tomarlas bajo su tutela, cosa que las entristece sobremanera y las hace adoptar esa coloración polvorienta, producto de la tristeza y las lágrimas derramadas sobre el Nilo, que a estas alturas no es todavía un río sino un torrente bordeado de pitas, y con un quiosco de bebidas novecentista donde un señor vestido de gris pide el juego del parchís, y un señor chapucero pide el salero, y un tranviario desconocido pide una cabeza de burro con cocido, y una puta con bigote rubio pide pan con tomate en el Vesubio, y un chavalito progre con melena pide vino blanco en la cena, y un gitano orejudo pide un aviador cornudo...”


LA CREACIÓN, Quim Monzó.


Y ahora tú, ¿qué quieres ser de mayor?

domingo, noviembre 19, 2006

Shakespeare se equivocó

Olvidar o no olvidar..., esa es la cuestión.

viernes, noviembre 17, 2006

Una noche en la ópera

Hace unos días escribí un post que comenzaba así: "Como hace mucho tiempo que nadie me da una sorpresa, la propia vida (que cuando quiere es sabia) se encargó de dármela ella misma..."

Era una historia bonita. Sin embargo, no lo publiqué. Se quedó en la carpeta de borradores. No sé muy bien por qué.

Qué casualidad que a los pocos días, por fin alguien me da una sorpresa. Sucedió ayer. Una llamada a media tarde me preguntaba si saldría pronto de trabajar. El plan: ir al teatro.

- "¿Qué vamos a ver?"
- "Ya sabes que no me gusta que me preguntes tanto. Déjate llevar".
- "Ya, pero ya sabes tú también que yo soy muy curiosa".
- "No seas pesada. Hmmm... al Albeniz. Vamos al Albeniz".
- "¿Y qué ponen?"
- "Algo bonito".
- "Bueno, vale, ahora nos vemos".
- "Pero sobre todo, no te retrases. No podemos llegar tarde. Es un estreno importante"


En Madrid llovía. El tráfico estaba fatal. La mejor solución: ir en metro.
Nos bajamos en la estación de Ópera. Me empecé a extrañar. Y tiramos hacia una dirección inequívoca. Allí estaba el Teatro Real, no el Albéniz.

- "Jo, parece que vamos al Teatro Real".

Nos acercamos a la puerta del Real.

- "Anda, entra".

Mi emoción se dispara. Nunca había estado en el Real. El cartel anuncia "El amor de las tres naranjas", una ópera de un autor ruso.
Subimos unas escaleras. Estamos en un palco ¡En uno de los mejores del teatro! A mi lado, un escritor muy popular que me saluda con un afectuoso Buenas tardes.

No sé por qué pero me acuerdo de Julia Roberts en Pretty Woman, cuando rompe a llorar en medio de la ópera que está viendo de purita emoción. Echo de menos que la ópera que me toca a mí no sea de amor. No voy a poder llorar.

Aunque reconozco que la ópera no es un género que me llene del todo, estar allí es todo un espectáculo. Maravilloso. La escenografía, la orquesta, los más de sesenta personajes que me da tiempo a contar en un mismo momento sobre el escenario, las personas que asisten al Real (interesante mezcla: unas en vaqueros, otras vestidas casi de gala), el vestuario, la música...

Ayer pasé dos horas geniales escuchando ruso. Y reconozco que en un momento dado, dejé de mirar la pantalla de la traducción porque no me hacía falta para entender la historia sin tener ni papa de ese idioma.

Disfruté mucho ayer. Y se lo debo a quien, desde hace mucho tiempo, no deja de sorprenderme. Para lo malo, y como anoche, también para lo bueno.

jueves, noviembre 16, 2006

Ilusión

Un día, hace mucho tiempo, me enamoré de una ilusión. De algo parecido a un sueño, quizá más cerca de una utopía.
Claro que eso lo supe años después, cuando pude mirar aquello con la frialdad que da el paso del tiempo.

Bebía de una fuente más bien seca, inventaba palabras inexistentes, me enfrentaba a sombras que me asustaban más que me sorprendían, subía montañas fantasma de esas que no tienen fin.
Pero tenía ilusión. Y ganas. Aunque a veces ni la ilusión ni las ganas sean suficiente.

Hoy no quiero eso. Hoy no quiero enamorarme de un sueño que sólo disfruto yo. Hoy quiero enamorarme de una persona, de un hombre, de un nombre, de una cabeza, de un cuerpo, de un corazón...

miércoles, noviembre 15, 2006

Todo pasa

Es cierto que el tiempo lo cura todo.


... Incluso lo bueno.

lunes, noviembre 13, 2006

Roja, sí

Siempre prefiero mil palabras a una imagen.
Casi siempre prefiero quinientas palabras a una imagen.
Muchas veces prefiero cien palabras a una imagen.
Algunos días prefiero diez palabras a una imagen.
En ocasiones, incluso prefiero un par de palabras a una imagen.

Esta noche prefiero una imagen. Ésta.





Gracias, Sangre

domingo, noviembre 12, 2006

Ángeles

De pequeños nos enseñaron que los ángeles de la guarda existían. Crecimos, y como de tantas otras cosas, nos desengañamos enseguida.

Pero hoy, por las escaleras, me he topado con uno de ellos.
Es lo bueno de crecer. Que descubres que nada es eterno.
Que las verdades que dejaron de serlo, finalmente se convierten en realidad.
Aunque los ángeles no tengan alas.

viernes, noviembre 10, 2006

Deseo

Mis manos bailando sobre tu piel.
Mi pelo derramado sobre tu sonrisa
Dos cuerpos navegando en el mar de la vida.
Tus dedos buscando un escondite.
Tus ojos comprando un billete al paraíso.
Coreografías mil veces ensayadas.
Descaro.
Prisa. Urgencia.
Destellos tambaleándose en el aire.
Inventando el todo desde la nada.
Fabricando amores efímeros pero inolvidables.
Bebiéndonos con fuerza.
Con dulzura.
Susurrando al infinito que no se acabe nunca.
Convierto tu cuerpo en un puzzle en el que poner un poco de orden.
Desordeno tus fantasías.




Conozco un camino a la felicidad.
Deseo.

jueves, noviembre 09, 2006

Sigo...

A mi último post, alguno de vosotros ha respondido con otra pregunta. ¿Por qué escribes?
Y como a mí me gusta que me respondan, pagaré con la misma moneda... aunque no tenga tan claro por qué lo hago.


Porque, en muchos casos, es una válvula de escape. Una ilusión, una razón para sonreír. A veces, no sabéis hasta qué punto.
Para intentar aprender. Con vosotros, de vosotros.
Obviamente, porque me gusta escribir. Porque lo llevo haciendo desde que era pequeña y forma parte de mi vida. Tanto, como respirar.
Porque me ayuda a canalizar mis dudas, mis miedos. A punto de cumplir los 35, soy una mujer vulnerable, sí. ¿Y qué? Dudo. Ultimamente, mucho. Me muevo en un hilo de acróbatas. Y me caigo. Pero afortunadamente, siempre hay alguien ahí para recogerme y curarme las heridas. Ojalá me gustara mirarme el ombligo. Ojalá.

Mi enorme curiosidad, sumado al magnetismo que me produce este apasionante mundo del blog, me ha llevado a querer saber algo más de los que pasáis a menudo por aquí. La intención: aprender, mejorar (me), evolucionar. En una palabra, crecer.
No ha sido una cuestión de ego en absoluto. Obviamente, me gusta leer lo bueno. Pero he querido saber también lo malo. Vuestras impresiones. Las más dulces, pero también las menos buenas.
Ya he comentado en otras ocasiones que me gustan los mensajes anónimos. Porque por encima de todo, me gusta jugar. Y los que más me conocéis, sabéis que también provocar. Que me provoquen. Así son las normas del juego. Yo escribo lo que quiero, vosotros exactamente igual. Aunque alguien haya borrado su propio comentario. Jamás censuraré ninguna palabra. Dicen que nunca hay que decir jamás. Y el día que no pueda expresar aquí lo que de verdad siento, cerraré este blog.

Hay días en los que es difícil escribir. Otros, resulta que la inspiración está de vacaciones, o de huelga no anunciada, o de boda. O te ha mandado a hacer puñetas. Yo qué sé.
A veces las palabras se te hacen pequeñas, inservibles para decir todo lo que querrías decir.
Supongo que siempre hay entrelíneas.
Hay días para la frivolidad. Otros, para las intensidades.
Hay días vacíos, muchos.

Hay días en los que soy muy pequeña.
Hay días en los que me siento grande.
En todos ellos intento escribir. Aunque no siempre lo consiga.

Escribo porque me hace feliz.
Y os agradezo a todos vuestras respuestas. Todas me han servido. De todas he aprendido algo.
GRACIAS.

martes, noviembre 07, 2006

Por curiosidad


¿Por qué me lees?

domingo, noviembre 05, 2006

Pedir perdón

Leyendo el nostálgico artículo de Javier Marías en EPS de hoy, "Los antiguos amigos", me entero que fue él, junto a Gustavo Pérez de Ayala, el enargado de corregir la traducción argentina del libro Love Story.

Se reprocha Marías haber sido los responsables de lo que él llama "la formulación española de la muy ridícula frase convertida en lema de enamorados durante una larga temporada: AMAR SIGNIFICA NO TENER QUE DECIR NUNCA LO SIENTO".

Yo era muy pequeña la primera vez que vi aquella película. Sin embargo, siempre me pareció una estupidez la frase, esa que ahora Javier Marías define como insensata y cursi.
Me preguntaba, con esa ingenuidad permitida a los muy jóvenes, que por qué no se podía decir lo siento a los que más queríamos.

Han pasado muchos años desde entonces. Afortunadamente, la ingenuidad no me ha abandonado definitivamente, pero sigo pensando que pedir perdón es una de las cosas que más honran al ser humano. Y más aun, cuando se lo decimos a las personas que nos importan.


Si rectificar es de sabios, pedir perdón es de gente noble.
Y si alguien que nos quiere nos pide perdón, perdonarlo es un ejercicio maravilloso.

sábado, noviembre 04, 2006

Mentiras del lenguaje

(Algunas)

Envidia sana.
Hasta que la muerte nos separe.
A la tercera va la vencida.
Mentiras piadosas.
Lo que yo te diga.
Sí.
No.
La arruga es bella.
El tamaño no importa.
No hay dos sin tres.
Una imagen vale más que mil palabras.
Venganza dulce.
Divorcio amistoso.
Amor incodicional.


Hay tantas...

viernes, noviembre 03, 2006

Ciclos

Viajan las ilusiones escondidas bajo llave.
Hasta que alguien las destapa.
Es entonces cuando explotan.
Mantenerse. ¿Hasta cuándo?
Hasta que vuelve el sereno con su manojo de llaves en la mano.
Para de nuevo encerrarlas.


Viajan los deseos bajo la piel.
Hasta que alguien los desata.
Es entonces cuando nos creemos estar vivos.
Permanecen. ¿Hasta cuándo?
Hasta que llega el viento frío que arrasa todo el fuego con el que tropieza.
Para de nuevo sobrevivir, en lugar de vivir.