Coincidencias

Nunca me había dado cuenta, pero el otro día, cenando con uno de ellos, me sorprendió la cantidad de coincidencias que tienen mis dos mejores amigos.

No se conocen entre sí aunque saben quién es quien. En principio no tienen nada que ver, pertenecen a distintos ámbitos, pero es sorprendente cómo se parecen. ¡Y yo no me había dado cuenta después de tanto tiempo!:

- A los dos los conocí casi a la vez. Y casi en las mismas circunstancias.

- Coinciden en volumen, inteligencia y sensibilidad.

- Los dos viven en casas grandes, con escaleras, grandes ventanales y... ¡¡ausencia total de cortinas en ellos!! (cosa que a mí, por cierto, me desagrada especialmente).

- A los dos les encanta cocinar, y enseguida te montan un manjar mientras yo doy vueltas por las cocinas intentando aprender y a lo sumo, poner la mesa.

- Los dos tienen una hija.

- Ninguno me hace caso cuando les cuento que estoy de bajón.

- Los dos son especialistas en mandar sms.

- Tienen la misma ideología política. Bastante contraria a la mía, por cierto.

- Los dos piensan exactamente lo mismo sobre la fidelidad. Que no es necesaria.

- Cada uno tiene cientos de amigos y miles de amigas.

- Me maravillo ante sus vidas: tan llenas, tan interesantes, tan trabajadas... que se me cae la baba.

- Me siento muy orgullosa de ellos.

- Los dos tienen coches grandes.

- Son tranquilos de personalidad, aunque los dos encierran su carácter.

- Sé que los dos son personas muy queridas. Tanto como para que sus casas, en ocasiones, parezcan auténticas pensiones llenas de gente que viene y va.

- Me reclaman cuando se aburren.

- Los dos estuvieron detrás de mí... Y lo que ellos no saben es que fue al mismo tiempo.


Os quiero, chicos.