Hoy, mi trabajo me ha llevado a Segovia.
El plan, estupendo. 80 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para disfrutar de un triángulo perfecto: carretera, mi coche y yo.
Me encanta conducir con las carreteras vacías, con la música bien alta, a horas en las que no circula la mayoría. Mi mente más preparada que nunca para pensar.
He dejado por el asfalto amores del pasado, ilusiones del futuro, inquietudes del presente, deseos inmediatos, ganas, esperanzas, conversaciones a punto de empezar, silencios que no deben esperar...
En todo eso venía pensando, de vuelta ya de noche, hace un rato, cuando me ha parado un control de la Guardia Civl en medio de la A6. Escenografía espectacular, muy de película americana, todo demasiado evidente. Muchos agentes, luces provocadoras, uniformes reflectantes... y una cola de coches que iba creciendo según nos apartaban al arcén derecho.
Estoy llegando al agente que pide los DNIs a los conductores y les mete por la ventanilla una especie de linterna aunque mucho más brillante buscando aún no sé muy bien el qué.
Me quedan dos coches para llegar a ese puesto. Me hace ilusión lo de la linterna brillante rastreando entre mis pertenencias. Quizá el agente encuentre algún secreto que alguien dejó escondido entre los sillones de mi coche. Imaginación, ¡detente!
Como la espera se me hace lenta, bajo la ventanilla y llamó a otro guardia civil que está hablando con sus compañeros, indicando a los que vienen detrás que bajen la marcha.
- Perdone agente... ¿ha pasado algo?
- No, tranquila. No ha pasado nada. Pero pasará....
- ¿Por qué dice eso? ¿A qué se refiere? (A estas alturas yo ya me he dado cuenta que me ha tocado el guardia simpático del grupo).
- No, nada... Que estamos buscando a los malos.
- Vaya.
- Pero usted no se preocupe. Además, usted no es lo que buscamos. Usted tiene cara de buena.
- (Le sonrío). Bueno, si usted lo dice... Se lo diré a mi madre.
- Bueno... (como si se arrepintiera de lo que acaba de decir)... será mala como todas las mujeres. Pero no la clase de malas que ahora buscamos.
- Bueno agente. Gracias por la información.
- Gracias a usted. Y buen viaje.
Total, que el de la linterna esa luminosa que tanta ilusión me hacía que me metiera... (por la ventanilla), al verme hablar y sonreír a su compañero decide que no soy peligrosa, tampoco mala, y me deja pasar de inmediato. Ni bajada de ventanilla, ni pedida de carné, ni nada de nada. ¡Pues qué desilusión! Tanto tiempo parada, ¿para qué?
Para compensar, una vez superado esta primera barrera llega lo que más me ha llamado la atención: otros guardias civiles con sus metralletas en posición de firme, mirando a los conductores como si nos estuvieran perdonando la vida. ¡Aquello parecía un estado de excepción!
Uno me ha mirado mal porque he dudado entre irme por el carril derecho o el izquierdo, claro que es que él no se aclaraba. Por fin, el último, me ha sonreído cuando he vuelto a bajar la ventanilla para preguntarle:
- ¿Ya se ha acabado todo?
- Sí señora. Circule. Buenas noches.
- Buenas noches.
martes, junio 03, 2008
Un control
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
Los malos no llevan coches como el tuyo.:-)
Hace tiempo nos pararon en un control similar en Alicante y al preguntar ¿Pasa algo? Un policía municipal nos dijo:
No, todavía no...
Son comentarios que alarman.
¿Mala como todas las mujeres?
Rayos con el guardia civil ese.
Menos mal que tienes cara de buena, si no te arreglan.
Besos, cara de ángel.
Besos, ángel con cara.
Si es que es verdad!!!!... somos malas.
¿Y qué?
Ostras! osease, todo el criterio que utilizaban estos guardiasciviles era el de tener "cara de bueno" para dejar pasar, si además es chica guapa, pues hasta bromean y todo... Hmmm, menos mal que además de parecerlo, luna, LO ERES.
Jajaja. No lo digas muy alto, PIPERO. Te digo lo mismo que al guardia civil... Se lo diré a todos aquellos que tienen ciertas dudas.
;-)
Ptns.
Pero tienes razón. Justo después de cruzar esas palabras, pensé lo mismo que tú: si detrás de mi cara de buena se hubiera escondido una asesina sin corazón... ahora estaría tan tranquila como lo estoy yo ahora mismo.
Interesante reflexión: ¿es nuestra cara el espejo del alma? Lo dejo para un próximo post.
jajajajaja los controles... un día me hicieron parar y abrir el maletero y yo, que no he hecho la mili, me cagaba las patas abajo cuando tenía tan cerca las metralletas... ¿quién te dice que alguno de ellos no está pirao, o se pone nervioso, o tropieza...? joé, cagao iba
Vomitivo.
Siempre he pensado que es el uniforme el que hace que unos "don nadie" se conviertan en unos superhombres (relativo), o por lo menos se lo crean.
Dan lástima.
Seguramente buscaban a un pobre diablo con una china pa fumar o alguna de sus "supermisiones" de agente secreto del Mossad...
En fin, patético y penoso.
ESTO PUEDE SER EL INICIO DE UNA HISTORIA DE AMOR, AHORA TEN CUIDADO CUANDO TE LA METAN,................LA LINTERNA POR LA VENTANILLA.
ANONIMO
Publicar un comentario