domingo, septiembre 18, 2005

Taxi

Desde que M. me lo contó, no dejo de mirar a los taxis. Bueno, en realidad a los taxistas. Y oye, que no doy con ninguno como él.



Pudo suceder así:
Taxista: ¿A dónde señorita?
M: Al séptimo cielo.
T: ¿Por dónde vamos: por el centro o por la M-30?
M: Hombre, usted sabrá, que es el profesional.
T: Ya, se lo digo por las obras de la M-30. Que igual me paso la salida y acabamos cogiendo la del infierno.
M: Me han dicho que esa salida está cortada. Ya sabe como es el Sr. Gallardón, que cierra todo lo que no le conviene.
T: Entonces, tendrá que fiarse de mí señorita.
M: Además, yo creía que el infierno no existía.
T: En su vida sólo existe el cielo. Y está reflejado en sus ojos.
M: Oiga, pare por favor. Que va usted a conseguir que me sonroje.
T: Luego dicen que los taxistas somos unos groseros.
M: Pues tendremos que ir cambiando de opinión.
T: Estamos llegando señorita... No se creerá usted que me da mucha pena que se baje.
M: Igual le hace un paseo por el sexto cielo... antes de llegar al séptimo.
T: Acepto... Por cierto, ¿en metálico o con tarjeta? Ha tenido usted mucha suerte de coger un taxi de lo mejorcito y lo más moderno que hay por la ciudad.
M: En metálico.
T: Son 9 euros con 50.


Desde que M. me lo contó, no dejo de mirar a los taxistas a ver si me encuentro uno como el suyo. ¿Cuál ha sido tu experiencia más divertida con uno de ellos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi vida está últimamente llena de experiencias divertidas con un "empresario del sector transportes".
Y espero que siga así
Ya llegará el momento de vivir otras experiencias no tan divertidas. O no. Puede ser que nunca se apague nuestro "taximetro"