Hace unos días escribí un post que comenzaba así: "Como hace mucho tiempo que nadie me da una sorpresa, la propia vida (que cuando quiere es sabia) se encargó de dármela ella misma..."
Era una historia bonita. Sin embargo, no lo publiqué. Se quedó en la carpeta de borradores. No sé muy bien por qué.
Qué casualidad que a los pocos días, por fin alguien me da una sorpresa. Sucedió ayer. Una llamada a media tarde me preguntaba si saldría pronto de trabajar. El plan: ir al teatro.
- "¿Qué vamos a ver?"
- "Ya sabes que no me gusta que me preguntes tanto. Déjate llevar".
- "Ya, pero ya sabes tú también que yo soy muy curiosa".
- "No seas pesada. Hmmm... al Albeniz. Vamos al Albeniz".
- "¿Y qué ponen?"
- "Algo bonito".
- "Bueno, vale, ahora nos vemos".
- "Pero sobre todo, no te retrases. No podemos llegar tarde. Es un estreno importante"
En Madrid llovía. El tráfico estaba fatal. La mejor solución: ir en metro.
Nos bajamos en la estación de Ópera. Me empecé a extrañar. Y tiramos hacia una dirección inequívoca. Allí estaba el Teatro Real, no el Albéniz.
- "Jo, parece que vamos al Teatro Real".
Nos acercamos a la puerta del Real.
- "Anda, entra".
Mi emoción se dispara. Nunca había estado en el Real. El cartel anuncia "El amor de las tres naranjas", una ópera de un autor ruso.
Subimos unas escaleras. Estamos en un palco ¡En uno de los mejores del teatro! A mi lado, un escritor muy popular que me saluda con un afectuoso Buenas tardes.
No sé por qué pero me acuerdo de Julia Roberts en Pretty Woman, cuando rompe a llorar en medio de la ópera que está viendo de purita emoción. Echo de menos que la ópera que me toca a mí no sea de amor. No voy a poder llorar.
Aunque reconozco que la ópera no es un género que me llene del todo, estar allí es todo un espectáculo. Maravilloso. La escenografía, la orquesta, los más de sesenta personajes que me da tiempo a contar en un mismo momento sobre el escenario, las personas que asisten al Real (interesante mezcla: unas en vaqueros, otras vestidas casi de gala), el vestuario, la música...
Ayer pasé dos horas geniales escuchando ruso. Y reconozco que en un momento dado, dejé de mirar la pantalla de la traducción porque no me hacía falta para entender la historia sin tener ni papa de ese idioma.
Disfruté mucho ayer. Y se lo debo a quien, desde hace mucho tiempo, no deja de sorprenderme. Para lo malo, y como anoche, también para lo bueno.
viernes, noviembre 17, 2006
Una noche en la ópera
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12 comentarios:
PLAS, PLAS, PLas!!! menudo sorpresón...¿ y no va DE AMOR LLAMÁNDOSE COMO SE LLAMA LA OBRA? por cierto, que me encanta el título: "El amor de las tres naranjas"...
¡AH! cotilleo, cotilleo, ¿ y el escritor, quién era? ¿ no lo puedes decir? porfa...
Hola Luna, irías vestida de rojo para que el encanto cinematográfico fuera perfecto?...me encanta dar sorpresas, casi más que recibirlas, la cara de la otra persona es para guardarla en la memoria con ese tono agradable de las cosas bien hechas...pero no te aceleres....un beso
mmm es toda una experiencia aunque, como dices, no te guste la ópera ¿verdad?.
Me alegra que disfrrutaras!
Un beso!
Qué bonito es dar y sentir que quien recibe adora el regalo. Lo daría todo y me quedaría lleno, sin esperar nada a cambio más que una sonrisa, un abrazo, un beso, o un te quiero.
Chuff !!
...Zumo de ilusión y de sorpresa...tres naranjas con amor...y unas gotas de esencia de Luna...que mas se puede pedír para meterse una obra en ruso entre pecho y espalda...Besos Linda...Carlos
A la chica de Sexo en Nueva York, Boris Barisnikov de smoking, le regaló un traje rojo, se la llevó invitada a la ópera.
Ella no pudo soportar tanto romanticismo y se desmayó. Cuando despertó le dijo:
-No puedo resistir esto. ¡Soy americana!
Y terminaron en un McDonalds.
FELICIDADES
ANONIMO
Las notas musicales solo tienen un idioma...
Genial... Enhorabuena por esa noche. Espero que esta persona siga dándote sorpresas agradables. A mí también me encanta dar sorpresas...
Espero que nos vays contando cada día más noches tan agradables.
Me alegra un monton que disfrutaras en la ópera!!
No se porqué, pero ir al teatro lleva algo más implícito, que hace que una velada pase de estupenda a maravillosa.
Que te sorprendan siempre!!
Saludos.
bravissimo
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