Hace algunos días, escribía aquí mismo un nada científico tratado sobre la pena, basándome en las experiencias de alguien cercano a mí.
Pues bien, hoy quiero reflexionar sobre los diferentes modos con los que nos enamoramos. Pienso que cada vez que el amor llama a nuestra puerta, lo hace de diferente forma. Bien por las circunstancias de cada relación, por el momento vital en el que nos encontremos o por cómo se produzca. Pero sobre todo, por la persona que tenemos delante.
Tengo 35 años y la suerte de haberme enamorado en varias ocasiones. Ahí está mi vida:
- Mi primer amor. Con todo lo que eso significa. Mariposas en el estómago, las hormonas a flor de piel, las ganas de darlo todo, la idea absoluta de que eso sería para siempre. Adolescencia en el corazón, madurez a pesar de todo en la cabeza. Varios años compartiendo una manera muy parecida de ver la vida. Recuerdos llenos de cariño cuando miro hacia atrás para asomarme a aquella historia maravillosa.
- Amor de juventud. Desde el principio intuí que no sería definitivo. Estrellitas a cada paso, muchas más luces que sombras, ráfagas incluso. Quizá una venda en los ojos para comprender que tenía más de cuento que de realidad. Que en una relación es mejor mantener posición de igualdad. El mundo roto cuando aquello terminó. Amor hasta el último día. Incertidumbre absoluta por aquel final tan de película como había sido el resto de la historia. Sonrisas cuando pongo a trabajar la memoria hacia todo aquello.
- Amor maduro. Porque así lo construimos, a pesar de que yo era joven aún. Un amor absolutamente estable, de aguas tranquilas, nada revueltas. Pareja 100%, ningún secreto, ninguna duda, ningún miedo. A pesar de todo, demasiado diferentes para seguir con ello después de un mundo construido a la medida de dos. Demasiado distintos para haber comenzado con aquello que vino tras una larga amistad. Mi experiencia me ha demostrado que es mejor dejar la amistad en su sitio y que el amor debe comenzar por otros caminos. Es sólo mi experiencia. Un sabor dulce al recordar los ecos de una historia profunda y sincera, mezclado con el amargor de quien sabe que lo difícil, en ocasiones, se vuelve imposible.
- Mi último amor. No por ser el más reciente, el más intenso. El que me hizo comprender lo que significa perder la cabeza. El que me transportó a la adolescencia más insultante, a las intensidades más profundas. El que me devolvió la sonrisa cuando tenía el corazón en mil pedazos. De nuevo tan distintos como osada para empezar historias que nunca sé donde van a terminar. Pero, en estos temas, prefiero moverme por impulsos del corazón. Quizá el amor más irracional, el menos sensato, el más loco. Camino también sembrado por lágrimas y dificultades, no vaya a ser que encuentre una relación fácil y me crea que la vida es un regalo... Carne de gallina al recordarlo.
No han sido muchos amores. Supongo que los suficientes. Sí, soy de relaciones largas.
No sé si habrá otros, nuevos o viejos. No sé si estoy en condiciones de vivirlos. Pero lo que tengo claro es que la vida es mucho más bonita estando en ese estado maravilloso estado que todos hemos conocido alguna vez.
domingo, febrero 25, 2007
Diferentes modos de enamorarse
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13 comentarios:
En todos me reconozco. Sobre todo en el último (solo que yo de momento no estoy curado).
En cuanto a si son suficientes, yo creo que nunca es suficiente. Te deseo uno más, y para siempre.
Cuatro amores a los treinta y cinco quizás sean suficientes para haberte enseñado todo lo que se puede saber sobre el amor.
Y que cada uno, sin duda, dejó un peldaño hacia la altura en la que ahora estás.
Y un soporte para la solidez en la que ahora habitas.
Quizás por eso te muestres ahora tan adorablemente reflexiva y juiciosa.
Yo hice tanto daño cuando dejé mi primer amor a los treinta que, al pasarme al segundo, me dije que ningún dolor mío estaría por encima de otro nuevo dolor que pudiera provocar.
Y así, desde entonces, más de otros treinta de fecundo y sereno amor.
Muchos besos.
Es curioso que en todas las historias de amor ocurren cosas que se repiten y que hasta vemos en las películas, pero para cada uno de nosotros son únicas y nos marcan el resto de nuestra vida.
Nos marcan todas, hasta las que terminan bien.
Cada día eres más valiente. Te admiro por ello. Y te felicito.
Creo que has tenido los amores sufientes, ya que parece que has conocido diferentes estados de enamoramientos, diferentes sensaciones, distintos estados de madureza y varias formas de pareja... Quizá me atrevo a decir que está bien el hecho de que hayas sentido diferentes amores... Ahora, juegas con la ventaja de la experiencia, con la suerte de, tal vez, saber diferenciar y colocar cada sensación en sumejor sitio...
La verdad es que ya tenía una imagen de ti bastante racional... Pero cada día que pasa estoy más convencido de que estás en un grado de madurez importante... Enhorabuena...
En mi caso, puedo decirte que yo también soy de relaciones largas... Sin emabrgo, amores de verdad, sólo he tenido dos... Conviví con ellos... El primero fue una aventura, una forma de romper con el miedo a compartir la vida con alguien. Me sirvió para comprender que hay que esforzarse para conseguir las cosas y que el día a día de una pareja puede maravilloso...
El segundo ha sido el auténtico... Fueron seis años hermosos, seis años cargados de momentos que siempre permanecerán, ya que la ruptura ha sido totalmente amistosa... Quizá cometimos el fallo de que la pareja nació de una relación de amistad previa... En esos seis años hemos sido muy felices (ella lo asegura), y hemos madurado... Nos casamos y nos divorciamos, todo en seis años... No pudimos tener hijos, una carencia que nos costó superar... Pero bueno, ahora con 32 años nos hemos regalado la oportunidad de empezar uan nueva vida, esta vez, cada uno por su lado...
Así, mi experiencia, menor que la tuya, me dice que a partir de ahora, hay que ir con más cabeza que corazón, aunque seguro que llegado el día que aparezca ella... seré incapaz de dejar el corazón a un lado...
¿Se puede dejar de amar de un día para otro?
Tal vez no haya sido amor.
No, no se puede dejar de amar tan fácilmente. Ni de un día para otro, ni quizá durante mucho tiempo.
Me sorprenden las personas que son capaces de pasar del amor al odio en apenas unos minutos. A mí, pasar del amor a la indiferencia ya me parece cruzar un puente interminable.
Efectivamente, si todo es tan rápido, quizá es que no haya habido amor.
Yo puedo decirte que he amado a unas cuantas mujeres...la verdad que todas me dejaron...algunas se lo puse en bandeja para que fueran ellas quienes rompían conmigo...pero llevo la tira de años con la misma mujer (persona)..pero como soy un nostálgico sigo amando, de esas maneras, a todas las que quise...fueron capaces de sacar lo mejor de mí...a veces aún sufriendo por ellas han logrado que ahora sea como soy...besos luna.
Se te ha olvidado el miedo a enamorarse". Eso sí que es malo.
Cuatro amores con 35 me parecen un montón, al menos si han sido amores de los de A mayúscula.
es una suerte el poder contar con tanta experiencia.
mmm...aún no conozco todos los tipos de amores que describes, pero me ha gustado mucho tu forma de describirlos. y espero tambien que sólo sea algo asi como una idea ilusa pensar que algo es para siempre, y que pueden ir apareciendo más...Y que después de los amores juveniles, tan...no sé como llamarlos...tan desequilibrantes, vienen otros más maduros, estables...En fin;)...Eso espero.
Que razón tienes Verdadosa.
Estar enamorado da alas para hacer todo lo que te propongas. Es... como una droga sin más efectos secundarios que los que provienen de la ruptura de ese amor. Con lo cual... habrá que exprimir cuanto se pueda los buenos momentos del corazón.
Saludos!
por cierto... me ha encantado esa forma de describir los posibles casos.
Has escrito la historia de mi vida.
Con tu permiso, te seguiré visitando y leyendo con placer.
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