No sé si soy celosa. Bueno, en realidad, no me acuerdo si soy celosa. La cosa es que llevo un tiempo contándole a mis amigas que quiero que mi próximo hombre sea celoso. La verdad es que mi sentido común ha logrado hasta el momento que ninguno de los caballeros que han pasado por mi vida lo fueran, pero ahora que estoy en fase de perder ese razonamiento que un día me caracterizó, mis intenciones son otras.
Bueno, a lo que iba. Yo no sé si soy celosa en casos como el que el otro día me contó mi amiga R. Resulta que la muy osada, en un momento de verdadera intimidad, le preguntó a un amigo con el que comparte una apasionante pero sobre todo apasionada amistad si se estaba acostando con otras mujeres, a lo que su amigo le dijo (supongo que entre alucinado y divertido) que esa pregunta él no la contestaba.
Lo primero que se me ocurrió decirle a R. fue "mira hija, esas cosas te pasan por preguntar tanto"; a lo que ella (con mucha razón, por cierto) me contestó "pues anda que tú... tú si que preguntas y encima a ti siempre te contestan lo que quieres oír". "Si tu supieras, guapa", pensé para mí...
El amigo apasionante pero sobre todo apasionado de R., que debe saber que a mi amiga se la conquista por las palabras, le dijo algo tan bonito y tan sacado de una canción de Sabina que el misterio era la gasolina de la ilusión.
"Mira bonita, una cosa es el misterio y otra los cuernos", me atreví a decirle más que nada para provocar, muy en mi línea.
Tras una larga y divertida conversación entre las dos, llegamos a la conclusión de que a la mayoría de los hombres no les gusta contestar a determinadas preguntas.
Pero sobre todo, decidimos que las mujeres no debemos hacer determinadas preguntas.
¿Qué preguntas evitan habitualmente los hombres, justo esas que las mujeres no deberíamos hacer?
P.D.- R., muchas gracias por contarme tu historia y prestármela para este post. Y no lo olvides, "el misterio es la gasolina de la ilusión".
domingo, junio 26, 2005
La gasolina de la ilusión
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2 comentarios:
Lunarroja, tú has señalado una que es una verdad como un templo. Yo añado otra pregunta que espanta a los hombres: ¿me quieres?
Yo temo más a sus respuestas que a las preguntas que les podamos hacer por eso intento no preguntar aunque a veces puede más mi curiosidad por ejemplo cuando acabas de conocer a alguien que te parece maravilloso y surge ¿estás casado?
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