El que un tipo al que no conozco de nada me pida mi reglamentario post del viernes es algo que alimenta mi ego literario con jamón del bueno. Alguien que volvió horrorizado del Norte de Africa comiendo polos de naranja.
Os cuento: llego tarde a mi cita pero llego, que es lo importante. No por falta de ganas, sino por exceso de trabajo. Jornada de grabación bajo el insoportable sol madrileño de un mes de Junio que parece pasado por el infierno. 40 grados a la sombra, vaya.
El más inexperto, un joven cubano con corte de modeli venido a menos, se planta ante un intensísimo recado que le piden: cambiar la cinta. Arduo trabajo para alguien que se cree una estrella del celuloide.
Freno la cosa para que no vaya a mayores. Justo en ese momento, pienso que un par de gritos incluso me los hubiera agradecido... con el tiempo.
Pero soy yo (la única mujer del grupo) la que tiene que poner las cosas en su sitio. Los otros hombres (siendo los más perjudicados ante tal actitud) permanecen serenos, sin una palabra más alta que otra, todos ellos prudentes y quietecitos, no vaya a ser que llamen demasiado la atención.
Por lo general, las mujeres saltamos antes. O simplemente saltamos mientros ellos se quedan remoloneando para que llegue otro (digo otro solamente por educación social, ya sabéis que quiero decir otra) y se lo solucione. Ya vendrá luego el comentario de que somos unas gritonas y unas histéricas. Un comentario que personalmente me resbala porque no me identifico en absoluto con tal actitud.
Sin quererlo, hoy he vuelto a vivir las diferencias entre unos y otras. Ninguno es mejor que el otro. Además, en el fondo a mí me gusta ser diferentes. Y me siguen llamando poderosamente la atención las actitudes vitales del rey de la selva... digo, de la casa. Es un buen ejercicio muy recomendable: observar al hombre en su movimiento interno, en esos momentos en que parece que se ha quedado sin pilas.
¿Por qué, ante algún conflicto o problema, las mujeres saltamos enseguida y los hombres permanecen inmóviles?
viernes, junio 17, 2005
Inmóviles
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4 comentarios:
Atangia, a mi lo de la guerra de sexos (intuyo que como a ti) no me va en absoluto. Pero es cierto que existen algunas diferencias entre los de un género y otro, y siempre en tono de broma, lo utilizo para que entre todos nos riamos un rato.
Y en cuanto a tu pregunta, creo que esa situación no haría cambiar el papel de unos y otras. Quiero decir, al final somos nosotras las que tomamos la iniciativa... o no?
Lunarroja puedes sentirte orgullosa de haber controlado la situación, eso esperan ellos de nosotras porque siempre es más cómodo que la cara la den otros. y
Yo no tengo autocontrol y muchas veces salto como una histérica por eso les envidio esa actitud "prudente" "cobarde" "no quiero problemas"... me gustaría permanecer impasible ante ciertas cosas ¿cómo se consigue eso?
... a uaine parece que sí le va lo de la guerra de sexos, eh??
Perdona lombok no me van las guerras de ninguna clase y menos la de sexos porque en el sexo lo único que debe haber es eso sexo y del bueno a ser posible. Me declaro, sin embargo, bastante reivindicativa del sexo mujer pero a ellos les adoro igualmente con defectos e imperfectos.
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