... Y el primero

No me dan miedo las verdades. Me dan miedo las mentiras. Tanto que pienso que construir un mundo a base de mentiras es una mierda.
Por eso mi primer post del año es una alegoría de las verdades. Pero no sólo de las mías.

No quiero que me mientan, no quiero que me disfracen la verdad. Supongo que mentir es huir, que el mentiros@ es cobarde que no se enfrenta a su realidad, a sus miedos, a sus debilidades.
Y yo, este año, no quiero jugar a las mentiras. Quiero jugar, sí. Pero no a toda cosa. No quiero seguir tropezándome cada día con personajes de cuentos, ni con otras iniciales que sé de quien vienen. Es lo malo de ser una chica lista. Ya no me duele verlo, hoy simplemente me jode. No voy a ser espectadora. Las decisiones, ahora, que las tomen los demás.

No me gusta dejar conversaciones pendientes. Y yo siento que tengo una. Ya no tengo un pañuelo tapándome los ojos. Ahora estoy viendo y nunca se me ha dado bien lo de la gallinita ciega.

Me gusta arriesgar. Me siento viva haciéndolo. Pero de ahí a la ruleta rusa hay muchos matices. Tampoco voy a competir, no es mi estilo. Allá cada cual.

A mi primer post del año lo visto de optimismo, de alegría. También de continuidad y de ganas de seguir lo iniciado, pero sobre todo de fuerza. La que yo tengo aunque a veces me cueste encontrarla. A pesar de que las mentiras se me clavaron como dardos y me llevan de vez en cuando a un callejón de miedo, de angustia, de debilidad.
El primero es, con vuestro permiso, para brindar por mí. Pero sobre todo para que el año que ahora empezamos no me traiga ni una sola mentira más. Que me regale lo que quiera, sorpresas buenas y malas, caminos difíciles que seguir, peligros o dificultades, pero que no me enfrente a ella. Porque ya no sabré cómo ganarla.